Antes que nada una aclaración: Miquel y yo somos primos a la valenciana. Los padres de ambos son amigos de toda la vida y, por tanto, él se ha dirigido a los míos llamándoles tíos y, de igual manera, yo a los suyos. Hemos sido primos sin ser primos. Nuestro parentesco no es de sangre. Y esto es una putada, porque me hacía ilusión pedir la dispensa papal para la boda. Miquel me recordó que ambos apostatamos con motivo del sarao internacional que montó don Agustín García-Gasco y no me sugirió que fuera al arzobispado a consultar el problema. Con toda seguridad hubiera salido escaldado.
Miquel no quiere publicitar nuestra boda. Quiere que sea una ceremonia sencilla. Me puso como condición que sólo invitara a los más allegados. Me dio una cuartilla --no un folio o un dina4-- y me conminó a que escribiera los nombres de los invitados. No me dio tiempo ni para pensar y sólo pude recordar los nombres de los más íntimos: es decir, de los que nos han soportado durante estos últimos años. Ha sido una elección excelente. Si me hubiera dejado tiempo, habría organizado un bodorrio de los que hacen época, con orquesta de pachanga, striptis de tronío, películas para mayores con reparos y unas cuantas actividades que hubiesen supuesto nuestra ruina económica y física.
Debo decir que nuestros respectivos jefes no han alucinado cuando pedimos los quince días de permiso por la firma del contrato matrimonial. Los colegas del curro no sabían qué regalarnos, porque nos hemos negado a hacer una lista de bodas. Los míos, que son un poco más finos que los de Miquel, nos han regalado la estancia durante una semana en una casa rural. Todo un detallazo. Han buscado una que no tiene ni fax para que no pueda ni conectarme a internet. Nos envían donde cristo perdió el gorro. Los de Miquel, que tienen fantasías más sarracenas, nos han regalado un kit completo de complementos de sex-shop. Yo no me asusto por nada, pero me dio un nosequé cuando vi la gama de productos que cabía en un neceser de tamaño pequeño.
Así, pues, durante los próximos quince días, a pesar de los pesares, no podremos añadir nada a nuestros respectivos blogs. Es una putada. Ya me había acostumbrado a escribir estas notas diariamente. Pero tengo que disfrutar de esta luna de miel. Mañana nos casamos y desaparecemos del mapa. Espe y el molt honorable seguirán campando a sus anchas, escribamos o no.