domingo, 26 de julio de 2009

La colecta para comprar un coche nuevo a Ricardito Costa en Face-book




Siempre había pensado que las suscripciones populares se iniciaban con el propósito de erigir un monumento a un prohombre de la ciudad. Los vecinos reconocían así su valía desprendiéndose individualmente de una cifra inexacta de dinero. Cada cual decidía el monto que pensaba entregar. Creo que es una costumbre que ha pasado a mejor vida. Ya se encarga Rita de colocar esculturas --o como quiera que se llamen-- en cualquier rotonda para que recordemos, horrorizados, su mal gusto.

El otro día mi amiga Marina me envió un mensaje para que me adhiriera a un grupo peculiar que se había montado en Face-book. Éste se basa en haber detectado la necesidad de comprar un coche nuevo a Ricardito Costa. Recordad que tuvo un accidente y que el coche acabó siniestro total. Menos mal que tenía todas las medidas de seguridad que debe tener un tanque. Con un utilitario --de esos que se gastan la mayoría de valencianos-- no lo hubiese contado. Y la verdad es que nos habría apenado, y mucho.

El grupo está preocupado porque el más pijo de entre todos los pijos no puede conducir un coche normal. Además sabemos que llega a final de mes con números rojos. ¿Cómo no vamos a demostrar un gesto de caridad ante una hecatombe de estas características? El caso Gürtel, sin las actuaciones estelares de Ricardito, se queda en nada. El rostro de Camps no provoca el mismo feeling que el de Costa, porque su mirada divina se mezcla con su dicción gangosa y genera un producto que no tiene ningún tipo de desperdicio.

Ya sabemos que esta iniciativa popular no ha nacido de la generosidad de los peperos. Ellos tendrán datos que nosotros desconocemos. Nosotros somos así: desprendidos ante una noble causa, desdeñosos ante quienes no aprecian la singularidad de las personas.

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